miércoles, 15 de abril de 2009

Tengo hambre de Dios

Tengo hambre de Dios, hambre de su manifestación aquí en la tierra, hambre del mover del Espíritu Santo, hambre de su unción. El deseo de Dios es que todo esto suceda en Su iglesia, la cual el compró con la sangre de Jesús.

¿Que es lo que detiene que veamos esto aquí en la tierra?
No es Dios, Dios ya proveyo todas las cosas, hemos sido bendecidos con toda bendición en los lugares celestiales en Cristo, nos ha dado todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad, ha dado dones (ministeriales) a los hombres, repartió la manifestación (los dones) del Espíritu a la iglesia para provecho.

La falla no está en Dios, la falla está en el hombre, hemos perdido el hambre, nos hemos acostumbrado a lo que tenemos, no hemos querido ir más allá.

Hace años, cuando empecé a congregarme en la iglesia que asisto desde hace 23 años, había una palabra que no encajaba con el español, “expectar”, tratando de traducir “expect” del inglés al español acuñamos una nueva palabra. El segnificado era sencillamente “esperar con expectativas de recibir algo”. Es una palabra realmente fuerte que ve con nuestra actitud.

Es como estar ansioso porque algo suceda, como el novio cuando espera a su novia ante el altar.

Me acuerdo que una vez le dije a una amiga: “Tu novio te hizo esperar 10 años, tú hazlo esperar por lo menos 2 horas”, aunque se lo dije en broma, ella llegó a las 2 horas, todo ese tiempo veía a mi amigo esperando de lo más nervioso a la novia.

Eso es expectar, no puedes esperar más por tenerlo.
En 1 Corintios 12: 31 podemos ver esta palabra en relación con los dones y la manifestación del Espíritu Santo: “Procurad, pues, los dones mejores” (RV60).

La Nueva Versión Internacional nos lo dice de una manera más fuerte: “Ustedes, por su parte, ambicionen los mejores dones.”

La ambición es un deseo muy fuerte, y es eso lo que debemos tener respecto a la manifestación del Espíritu Santo en medio de nosotros.

En ese sentido es que la Biblia de las Américas dice: “Mas desead ardientemente los mejores dones.”

Nuestro deseo ardiente debe ser por ver la manifestación de los mejores dones en medio de nuestras congregaciones.

En 1 Corintios 14:1, después de hablar del amor de Dios en nosotros, sigue con la idea: “Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis.” (RV60).

Debemos tener hambre, hambre por los dones mejores, hambre por la manifiestación del Espíritu.

Que tu deseo ardiente sea por tener la manifestación del Espíritu en medio de tu congregación.


Ricardo Botto

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